martes, 20 de diciembre de 2011

EQUIPO DEL DEPARTAMENTO DE ORIENTACIÓN. CURSO 2011-12


De izquierda a derecha: Concha Lamoneda (Ámbito científico-técnico), Antonio García (Ámbito socio-lingüístico), Cristina Sánchez (Pedagogía terapeútica), Antonio Martín-Pérez (Orientador), Cristina Méndez Benegassi (Audición y lenguaje), Juan Pedro Barquero (Ámbito práctico), Pilar Mejorado (Educadora social).

miércoles, 23 de noviembre de 2011

LAS PEQUEÑAS VIRTUDES, SEGÚN NATALIA GUINZBURG

Se podrá estar de acuerdo o no, pero no cabe duda de que el siguiente pensamiento de Natalia Guinzburg ofrece una visión muy sugestiva de la educación y de cuáles puedan ser nuestras metas como enseñantes. Dados los tiempos timoratos que corren por la crisis económica y por la busca trapacera e insaciable de lo material -aunque sea a costa de ceder cotas de nuestra libertad- este pensamiento se puede calificar, cuando menos, de revolucionario y motivador:

"Deberíamos enseñar a nuestros hijos las grandes virtudes en vez de las pequeñas. No el ahorro, sino la generosidad y la indiferencia ante el dinero; no la prudencia, sino el coraje y el desprecio por el peligro; no la astucia, sino la franqueza y el amor por la verdad; no la diplomacia, sino el amor al prójimo y la abnegación; no el deseo de éxito, sino el deseo de ser y saber"

jueves, 19 de mayo de 2011

HACER LA LUNA (o sobre el absentismo escolar).

En 1910, en la ciudad chilena de Temuco, Neftalí se escapaba de clase para meter los pies en el agua fría del "ondulante y delicioso" río Nantín. Por las mismas fechas o poco después, Rafael cambiaba, casi a diario, el pupitre por la arena de la playa en Puerto de Santa María. Estas dos sensibilidades, tan renombradas muchos años después, buscaban, con premura y sin saberlo, la metáfora en la naturaleza y no resistían las ataduras de caminos trazados por otros. En aquellos años, como almas únicas, eligieron su destino y cambiaron el de todos. Fueron luego el premio Nobel Pablo Neruda y Rafael Alberti, uno de los poetas más destacados de la Generación del Veintisiete.

En el pasado, escaparse de clase tenía aún una parte romántica. Se decía que hacían novillos los niños de los pueblos que, deseosos de ser toreros, se escapaban de la escuela para torear, sin ser vistos, los novillos de las dehesas. Soñaban estos mozos con alcanzar la gloria en las mayores plazas y se jugaban todo, enfrentando a porta gayola su origen humilde para subvertirlo. Sus almas eran tan grandes como las de los poetas, unos buscaban el triunfo en los ruedos, otros el verso que los elevara sobre las aguas.

Tal y como suele ser costumbre, muchos hemos olvidado que, de vez en cuando, también nosotros nos saltábamos las clases. Y casi siempre fue un error. No pretendíamos ser poetas y mucho menos toreros. Se trataba de puro miedo al interrogatorio días antes anunciado por el profesor de turno. Otras veces era simplona pereza, apatía y abandono. Hoy lamentablemente, la huída del aula tampoco está motivada por la búsqueda de una realidad poética o el triunfo taurino. Se trata más bien de una deserción irreflexiva de chicos sumidos en la dejadez, el abandono y la falta de motivación para el estudio. Ahora no importan las razones, buscarlas sería empezar a pasar patatas calientes. Eso no, no construye. A los profesores nos toca confiar en los jóvenes e intentar seducirlos y convencerlos de que, frecuentando las aulas con provecho, sus vidas podrán atesorar intensidad, y mejorar el rumbo. Quién sabe, quizá una materia, un profesor, una clase o tan sólo unas palabras, dichas y escuchadas en el momento apropiado, pueden ayudar y reorientar el destino.

Os lo digo a vosotros, tendréis momentos de aburrimiento, esquemitas que estudiar de memoria y cosas así, pero tened paciencia, merece la pena. Es mucho más de lo que os puede dar la acera gris de una calle o el estar apoyados sobre una tapia apartada y semiderruida. Y es que la imagen del escenario es lo que da de sí su tosca esencia, cornadas al aire y a vuestro trayecto vital. No os digo que seáis mañana todos unos licenciados impolutos. No se trata de eso. Más bien me refiero a que debéis aprovechar todas las oportunidades de aprender. Este verbo es la sal de la vida más preciada, la flor de sal.

Al ausentarse de clase sin motivo aparente nos referimos cuando hablamos de absentismo escolar. Nada tiene que ver ya con hacer novillos. Los novilleros furtivos, los poetas incipientes y proscritos rastreaban su suerte. El absentismo de algunos jóvenes se nutre de su apatía, pero también de la desidia de sus adultos. Nadime Gordimer ha dejado escrito que el derecho a la educación es un derecho humano tan esencial como el derecho al aire y al agua. Cuando viven en el mundo cien millones de niños sin escuela, la misma esencialidad de la educación la convierte en un deber inexcusable.

Pongámonos todos frontalmente en contra del absentismo. Por el bien de cada uno de nuestros jóvenes que no hacen frente a los libros o a la pantalla de un ordenador escolar y por cada uno de esos cien millones de niños sin oportunidad. Hoy, más que nunca, necesitamos chavales como aquellos que soñaban con ser toreros y que ni siquiera faltaban a la escuela. Iban a las dehesas a dar capotazos las noches claras. A esto lo llamaban hacer la luna.

Antonio García Acevedo.

SOBRE EL ARTE DE EDUCAR

"Antes de casarme tenía seis teorías sobre el modo de educar a los niños. Ahora tengo seis hijos y ninguna teoría".

John Wilmot (1647-1680), poeta inglés
..
..
..

EL EQUIPO DE ORIENTACIÓN

EL EQUIPO DE ORIENTACIÓN

TE PRESENTAMOS NUESTRO ENTORNO...

AQUÍ ESTAMOS